Ferran López, director de Teknecultura & Àngel Mestres (@mestresbcn), director deTrànsit Projectes
La crisis pandémica cambiará el mundo en el que vivimos, la cultura cambiará su rol. Los profesionales creemos que merece centralidad, pero no la tenemos garantizada, nos la tenemos que ganar, la tenemos que merecer a ojos de la ciudadanía[1]. Debemos hacerlo en muchos frentes, en el relacional, en el conceptual y, como no, debemos hacerlo en el digital, con innovación.
Las pistas las tenemos, certezas pocas. Una de las certezas es que harán falta complicidades y solidaridades intersectoriales y del sector con la sociedad a la que pertenece. En un momento histórico en el que las dinámicas de la acumulación parecen reformularse en una suerte de capitalismo digital, el único camino hacia una propuesta innovadora parece ser, justamente, enseñar las cartas. Poner encima de la mesa lo que se tiene y lo que se sabe.
La sociedad que nos viene es nueva. En cierto modo, siempre lo es. La sociedad es un sujeto muy dinámico, pero ahora todo apunta a una mayor revisión, a cambios disruptivos en aspectos esenciales de nuestra forma de vivir. Los filósofos actúan como faros antiniebla:
“Lo que realmente creo que cambiará con la crisis es la consciencia que tenemos de nosotros mismos. Habrá una revalorización del conocimiento, de la ciencia, de las nuevas tecnologías. (…) Esta experiencia de vulnerabilidad universal nos está invitando cada vez más a definirnos como a sujetos que dependen los unos de los otros (..).” (Daniel Innerarity)
“La sociedad que nos viene es nueva (…) ahora todo apunta a una mayor revisión, a cambios disruptivos en aspectos esenciales de nuestra forma de vivir.
Por lo tanto, ofrecer, formular, recombinar y llevar nuestros proyectos hacia un lugar nuevo con la ayuda de los otros. En definitiva, estamos yendo de la especialización al aprender haciendo.
Estos cambios tendrán un impacto evidente en la cultura, la reubicarán en un nuevo rol, y este será el resultado de una nueva revalorización por parte de nuestros conciudadanos. Nosotros, los gestores, los artistas y el resto de profesionales lo tenemos claro. De forma, argumentada y sincera, vemos la cultura en el centro del debate que debe decidir cómo será el futuro:
“Es muy posible que cuando salgamos de esta epidemia no podamos analizar la cultura ni practicar desde las inercias del pasado, aunque olvidamos muy rápido. A qué comunidades se dirige la cultura y de qué manera lo hace será una pregunta esencial.” (Íngrid Guardiola)
“Quizás el confinamiento hará más evidente el valor del arte y la cultura en nuestra cotidianidad”
Esta pregunta nos marca el camino: ¿de qué manera se trabaja, se comparte, se conceptualiza, y, en definitiva, se vive con estas comunidades? Este posicionamiento nos ofrece un amplio campo de trabajo como decimos en “Queremos sonreír”: “lo están explorando los agentes… … de los eventos a los procesos. De los públicos a las comunidades. Del comunicar al narrar. La escucha como actitud. La posibilidad como eje de acción y la colaboración como praxis. Copiar, intercambiar, co-crear, mostrar. Conocimiento, encuentro e intercambio”[2].
Quizás el confinamiento hará más evidente el valor del arte y la cultura en nuestra cotidianidad. Echaremos de menos una cultura en vivo que nos reúne, a la vez que la cultura que podemos disfrutar nos acompaña. ¿Cómo sería el confinamiento de la poesía, la literatura, la música, las películas…? Adaptando las palabras del poeta Joan Margarit, sería un doble confinamiento[3].
En este momento, y ahora más que nunca, debemos estar interconectados y poniendo ideas encima de las mesas, nuestras y alienas. Como nos comenta David Grossman:
“En momentos paralizantes como estos, la imaginación es como un ancla que lanzamos desde las profundidades de la desesperación hacía el futuro y que nos permite impulsarnos hacia este futuro”.
Y justo ahora es el momento,
“Igual como en el periodo 1946-1950 hubo un proceso muy imaginativo para crear nuevas instituciones y transformar la sociedad (…), 2020 debería ser el año en el que empezamos a repensar nuestros objetivos y ambiciones culturales. (Simon Mundy).
La tecnología durante el confinamiento nos acompaña en el ocio y en el trabajo, imaginad cómo lo podríamos hacer una vez volvamos a estar en espacios comunes relacionales, con la experiencia que hemos acumulado estos días…
Ahora bien, que la cultura ocupe un rol central en las sociedades, como podemos reivindicar desde dentro, no está ni mucho menos garantizado. Debemos ganárnoslo, siendo útiles, referenciales, aportando valor (no nos referimos a lo económico, o no solamente) y relevancia. El sector y profesionales podemos ser menos necesarios en el mundo que emergerá. Conviene no olvidarlo. Nuestra buena intención no es suficiente.
“2020 debería ser el año en el que empezamos a repensar nuestros objetivos y ambiciones culturales”
Lo que hemos dicho hasta ahora nos lleva, justamente, a hablar de trascendencia. Una trascendencia que tiene diversas formas de abordarse, de hacerse desde la comunidad: ¿hacemos proyectos que aportan valor (inciden, penetran, sacuden) los territorios donde se desarrollan? ¿Nuestras ideas (centros, emprendimientos, proyectos) afectan y/o marcan positivamente? ¿Cómo trabajamos los fracasos? ¿Los proyectos son exitosos en función de unas determinadas cifras: seguidores, públicos, facturación? ¿Nuestra actividad se plantea como un laboratorio de investigación constante? ¿O optamos por repetirnos?
En los tiempos que corren, en los que el valor de casi todo acaba reducido a un problema de ejercicio contable, hemos de preferir pensar que si bien estamos en un entorno que como decía Porter es competitivo y económico, la cultura es necesaria para empoderar las personas y los territorios.[4]
Necesitamos una cultura que nos reúna de nuevo, que nos ayude a entender nuestros sentimientos, a conocernos a nosotros y a los otros, que nos lleve a reflexionar, a construir visiones propias y críticas. Necesitamos también una cultura que nos emocione[5], que nos ayude a evadirnos, que nos haga reír por un momento
No hace falta menospreciar ningún formato por más mainstream que sea, pero sí que es necesario ser conscientes del valor de la diversidad, de la necesidad de explicar la realidad tangible e intangible desde diferentes perspectivas y con diferentes prismas. Y en especial es necesario poner en valor lo que pisan las mismas calles que su audiencia.
“Necesitamos una cultura que nos reúna de nuevo, que nos ayude a entender nuestros sentimientos, a conocernos a nosotros y a los otros, que nos lleve a reflexionar, a construir visiones propias y críticas”
¿Cómo lo hacemos? No hay respuestas, ni mucho menos, aunque sí mucha reflexión:
- Manual sobre museos e inteligencia artificial(2020), Goldsmith’s, Universidad de Londres
- Estudio europeo sobre la relación entre les actividades artísticas y el desarrollo de tecnologías digitales (2019), NESTA / Parlament Europeu
- Informe The Shock of the New: Arts, Technology, and Making Sense of the Future (2018), Salzburg Global Seminar
- Informe de la conferencia “ctrl+shift HUMAN: Arts, Sciences & Technologies in Coded Societies” (Culture Action Europe, Timisoara, 2018)
- Informe europeo sobre la promoción del acceso a la cultura a través de medios digitales (2017)
- BuiltIn, “17 Blockchain Music Companies Reshaping a Troubled Industry” (2019/2020)
- Roberto Gómez de la Iglesia y Ricardo Antón Troyas, Kultursistema. Matriz para el mapeado, interpretación y análisis de los ecosistemas culturales y creativos(2019)
Lecturas interesantes que no evitaran el ensayo y error, pero que pueden hacerlo más productivo. Y las lecturas son para copiarlas, pensad que, si copiáis de uno, estáis plagiando, pero si copiáis de muchos, investigáis. Bromas aparte, investiguemos, mejoremos nuestras ideas y como nos decía Jorge Wagensberg: “Entremos a hablar con un grupo pensando que no todos ignoramos lo mismo”.
A hacerlo estamos llamados todos los profesionales, instituciones, proyectos, organizaciones, empresas, activistas, comunidad educativa, artistas consolidados y emergentes… que conforman un ecosistema cultural que necesitará de solidaridad y esfuerzo de todo el mundo.
[1] El Ministro de Cultura del Gobierno de España en su rueda de prensa del pasado 6 de abril argumentaba lo siguiente: https://www.lavanguardia.com/cine/20200407/48382830821/ministro-cultura-ayudas-cine-vida-orson-welles.html
[2] Podéis encontrar la versión online del primer capítulo del libro “Queremos sonreír. Activar la cultura local” en el siguiente link: https://issuu.com/transitprojectes/docs/cap_0_queremos_sonreir
[3] “Tal vez lo mejor que pueda decirse de un libro es que es necesario. Más acá de la vida y más allá de la literatura, éste lo es. Pocas veces unos versos tan desconsoladores habrán producido tanta sensación de consuelo.” Joan Margarit https://elpais.com/diario/2002/05/18/babelia/1021679426_850215.html
[4] Nos permitimos un toque vintage con este video https://www.youtube.com/watch?v=PuyY7aWYBGA
[5] Qué grandes la gente de la revista Líbero: https://www.youtube.com/watch?v=NlOtryW8QTw&t=4s
Artículo publicado en Teknecultura el