Steve Reich recibió ayer el premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA

Steve Reich

Ciencia y creatividad son las herramientas más potentes de que disponemos hoy para aumentar el bienestar de todos sin destruir el medio ambiente. Pero además la ciencia es el origen de muchas de las ideas que configuran nuestra visión del mundo, nuestra identidad, y en ese sentido la ciencia es cultura. Con estos mensajes de fondo han recogido sus galardones los ganadores de la sexta edición de los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, en una ceremonia en el Palacio del Marqués de Salamanca, sede de la Fundación BBVA en Madrid, que ha resaltado como grandes retos actuales el cambio climático y las desigualdades extremas en el planeta.

Como ha señalado Francisco González, presidente de la Fundación BBVA, “la ciencia y la cultura importan no solo por sus múltiples consecuencias externas, en planos como los de la salud, el crecimiento y el bienestar, sino también porque constituyen el núcleo mismo de lo que somos. La ciencia es, en definitiva, cultura: sus conceptos e ideas centrales forman parte del “software” mental de los ciudadanos informados, desbordan el lenguaje especializado para infiltrarse en el lenguaje común y configuran nuestra identidad y nuestra percepción del mundo”.

Los premios, en sus ocho categorías, reconocen contribuciones que amplían de forma significativa el conocimiento científico y la creación artística, y que aportan respuestas a dos de los principales retos globales de nuestro tiempo: el cambio climático y el desarrollo de amplias áreas del planeta.

LOS PREMIADOS

Steve Reich recibe el premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA

De izqda. a dcha.: Rafael Pardo, director de la Fundación BBVA; Madhav Chavan, presidente de la ONG Pratham, galardonada en la categoría de Cooperación al Desarrollo; Steve Reich, compositor y galardoando en la categoría de Música Contemporánea; Adrian Bird, galardonado en la categoría de Biomedicina; Marvin L. Minsky, galardonado en la categoría de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC); Emilio Lora-Tamayo, presidente del CSIC; Francisco González, presidente de la Fundación BBVA; Carmen Vela, Secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación; Maximilian Haider, Harald Rose y Knut Urban, galardonados en la categoría de Ciencias Básicas; Paul Ehrlich, galardonado en la categoría de Ecología y Biología de la Conservación, Elhanan Helpman, galardonado en la categoría de Economía, Finanzas y Gestión de Empresas y Christopher B. Field, galardonado en la categoría de Cambio Climático.

Steve Reich, compositor y galardoando en la categoría de Música Contemporánea.

Seguramente una de las personalidades más influyentes  de la música actual, y  el  autor vivo más  representativo  del minimalismo,  el movimiento nacido al calor del Pop Art en la década de los setenta del siglo pasado  en EEUU, , que trató de  conciliar la vanguardia musical con el gran público y cuya influencia se sigue sintiendo hoy en día.

Steve Reich recibió ayer día 17 de junio  personalmente el prestigioso galardón Fronteras del Conocimiento en la categoría de Música Contemporánea ,  que anualmente concede la Fundación BBVA y que este año ha alcanzado su VI edición. El jurado ha destacado en la obra de Reich  su voluntad de crear “nueva vías” en la música, así como “un diálogo entre la cultura popular y la culta”. La ceremonia de entrega de los Premios tendrá lugar mañana martes.

Reich a los medios en la FBBVAReich ha señalado  a los medios que, en su opinión,  “la relación entre música culta y popular ha sido la norma en la historia de la música. Todos los grandes autores del Renacimiento, desde Dufay a Palestrina, tenían que escribir su Misa de L’homme armé, que adaptaba canciones populares francesas bellísimas. Los grandes autores del barroco escribían, sin excepción, zarabandas, versiones estilizadas de danzas populares. La Sinfonía número 104, Londres, de Haydn es una canción austriaca. La música de Bartók precisaría de un bisturí para separarla del folclore húngaro y hoy sabemos que la de Stravinsky se nutre de canciones populares rusas. En mi país, Charles Ives era un organista y en una de sus mejores obras, Three places in New England, oímos lo que tocaba en las iglesias. Ese mismo espíritu está presente en The Threepenny Opera de Kurt Weill, que es el cabaré de la República de Weimar; y de Gershwin es difícil distinguir si es mejor como compositor o como escritor de canciones. A lo largo de la historia la norma ha sido combinar música culta y popular. Solo en momentos anormales -una época que empezó con Schoenberg- se cerró la puerta que comunicaba ambas y eso fue una locura. Mi generación ha tenido la suerte de abrir otra vez la ventana. Y no fue una revolución: fue una restauración, un volver a la normalidad, a la armonía, al ritmo y a la melodía. Lo hicimos de una manera nueva, sí, pero restaurando valores que han estado siempre en la música occidental”.

Steve Reich Nació en Nueva York en 1936, el mismo confiesa  que se hizo compositor porque le encantaban Stravinsky, Bach, el altomedieval Pérotin, el músico de jazz John Coltrane, Mile Davis, el bebop… ‘Y no tenían nada que ver con la música serial y dodecafónica que me enseñaron en la universidad, así que empecé a seguir la música que amaba’. En este sentido Reich ha sido un referente para músicos como Brian Eno o Sufjan Stevens. Uno de sus últimos trabajos, Radio rewrite,  ha sido llevar a su terreno las canciones Everything in its right place y Jigsaw falling into place, ambas de Radiohead.

 

Fuente: http://www.fbbva.es/

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